Tras el descubrimiento de la tumba del apóstol en el siglo IX, el reconocimiento por el Papa León III y la primera peregrinación de la historia por parte del Rey de Asturias Alfonso II el Casto en el año 829 empezaron a surgir las rutas de peregrinación para los peregrinos que venían de Europa. Para ello, desde Europa se desembarca en los puertos del cantábrico y se conectaba con la ruta primitiva de Oviedo, para tras pasar por El Salvador, caminar hacia Santiago.
Cuando el reino de Asturias, en su reconquista hacia el sur, consigue desplazar la frontera al otro lado de la Cordillera Cantábrica, se abre un nuevo Camino que, desde Francia, cruza los pasos pirenaicos y se internaba en la península por lo que hoy es Guipúzcoa y de ahí a Vizcaya; posteriormente avanzaba por las merindadas burgalesas, el sur de Cantabria, las montañas palentinas y leonesas, el Bierzo y por fin Galicia.
El Camino transitaba siempre muy pegado a la cara sur de la Cordillera Cantábrica (de ahí su denominación de Camino de la Montaña); en sus estribaciones, protegido por sus montañas de las aceifas musulmanas que no osaban aproximarse a la Cordillera y protegido también de las dificultades que presentaba la franja cantábrica y su Camino del Norte o Camino de la Costa (ríos difíciles de cruzar, clima, ataques piratas etc). Entonces, poco a poco se fue perfilando un nuevo Camino hacia Santiago que utilizaba las calzadas romanas trazadas durante las guerras de éstos contra cántabros y astures en la dominación romana y los cuatro siglos posteriores de ocupación. Los peregrinos se encontraban amparados por los nobles encargados de la repoblación y protegidos por sus hospitales y monasterios.
Durante estos años de esplendor del Camino Olvidado fue muy importante la labor de la iglesia. Los monjes eran los encargados de reedificar los viejos monasterios e iglesias con los restos de fortalezas romanas y godas, que habían sido derruidas o abandonadas precipitadamente durante el avance musulmán. Reutilizaron todo lo que pudieron y levantaron monasterios, hospitales, ermitas e iglesias. Por eso encontraremos tantas iglesias y monasterios en el Camino que conservan su estructura de fortaleza y están ubicados en lugares elevados, con aspecto defensivo (A destacar en el Valle de Mena y el Bierzo).
Hay numerosos vestigios que documentan la traza milenaria de este Camino de Santiago. Entre ellos la carta del abad Gundisalvo en el año 902, del desaparecido monasterio de Viseo, próximo a la Valdorria leonesa, a su fundador San Froilán en el que narra la peregrinación a Santiago por este Camino, del cortejo real de Leodegundia, hermana del rey Alfonso III el Magno, casada con García rey de Pamplona, desde donde inician la peregrinación. El texto describe la ruta y las curiosidades del Camino, por lo que puede ser considerado un antecesor del Códex Calixtinus.
En el Camino Olvidado también encontraremos muchas referencias de la antigüedad de este Camino como conventos y hospitales, ermitas dedicadas a Santiago, iconografias y leyendas. Sobre estos vestigios podemos destacar los siguientes:
Vestigios romanos: entre ellos calzadas romanas como las de Zalla, Nava de Ordunte, Burceña, Irus, Nestar, Matamorisca, Peñacorada, Cacabelos.etc; puentes como los de Casasola, Reinosilla, Nestar etc; Ruinas coló las de Juliobriga (Cantabria), Castro Ventosa y La Edrada (Cacabelos) y Villa romana como la de Camesa.
Vestigios románicos como los de las iglesias de San Pedro en Arceo; San Miguel en Bercedo; Sta. Eulalia en Santa Olalla; San Vicente Mártir en San Martín de las Ollas; la Iglesia de Villafría en Retortillo; Colegiata de S. Pedro en Cervatos; Santa Cecilia, Santa Eulalia y el Monasterio de Santa María la Real en Aguilar de Campoo; Iglesia de S. Juan Bautista en Santibáñez de la Peña; Ermita de Nª Sra. de las Angustias en Puente Almuhey; Iglesia de San Martín en S. Martín de Valdetuéjar; Santa Marina en Barrillos de las Arrimadas y un largo etc.
Dentro del arte civil destacan las construcciones defensivas compuestas por castillos, torreones y murallas contribuyeron a la defensa de unas tierras en muchos casos fronterizas con los dominios árabes. Algunas de estas construcciones se encuentran en ruinas, otras han sido restauradas con diferentes utilidades. Las mas características son las siguientes: Torreones como la Torre de Renovales en Güeñes, Torre de Terreros en Zalla, Torre medieval de S. Martín de Hoyos , la torre de los Velascos en Espinosa de los Monteros. Castillos como los de Benal; el de Aguilar de Campoo, Virtus, La Robla (los Alba). Murallas como la de Aguilar de Campoo. Puentes medievales como los de Güeñes; en Balmaseda el Puente de la Muza; en Aguilar de Campoo los puentes de Mayor y Portazgo; en Salinas; en Cervera de Pisuerga: dos puentes; en Puente Almuhey; en Cistierna el Puente del Mercadillo; en Boñar el Puente Viejo etc.
También hay vestigios góticos en el Camino Olvidado entre los que destacamos: la iglesia de Santa María en Güeñes; San Severino y San Juan en Balmaseda; San Millán en Irus; Sta. María la Real en Olea; Colegiata de S. Miguel en Aguilar de Campoo; S. Pelayo en Salinas; Iglesia de Quintanaluengos; S. Andrés en Liguerzana; Sta. María del Castillo en Cervera de Pisuerga; Iglesia de la Asunción en Pisón de Castrejón etc.
El Viejo Camino mantuvo su esplendor hasta finales del siglo XI, entonces los reinos del norte ( Castilla y León) reconquistaron todas las tierras llanas de la meseta norte. Alfonso VI, de Castilla y León y el rey Sancho El Fuerte de Navarra crean nuevos monasterios o trasladan los que aquí había, para poner en marcha un Nuevo Camino, el Camino Francés. Las razones motivadoras de esta idea fueron las de disminuir las dificultades que producía el terreno montañoso del Camino Olvidado y facilitar la venida de peregrinos y comerciantes desde Europa pues se estaba produciendo un auge imparable de las peregrinaciones a la tumba del Apóstol, lo que redundaba en grandes beneficios económicos para la Iglesia. Así, ante estos acontecimientos el papa Calixto II envía emisarios para explorar el nuevo terreno y poder facilitar el camino a los peregrinos en el siglo XII, apareciendo el Código Calixtino. A pesar de su orografía mucho más suave este nuevo trazado tardó en consolidarse hasta que las fronteras se traspasaron de manera definitiva a la línea del Tajo.
Poco a poco el Camino Olvidado, Viejo Camino o Camino de la Montaña va quedando en el olvido por los siglos, en beneficio del Camino Francés.