19ª Etapa. A Lagua do Castela-Triacastela

1 de agosto de 2016. A Lagua do Castela-Triacastela

Me despierto a las 6:00 h con un fuerte dolor de cabeza. Habíamos quedado en no madrugar demasiado porque la etapa de hoy no es dura. Subir al Cebreiro, San Roque y las duras rampas del Alto del Poio. Luego en bajada hasta Triacastela. Al rato le digo a mi hermana que podemos empezar a levantarnos. El «inglesito», después de su agitada noche ya lleva un rato despierto saliendo y entrando del dormitorio. El resto de los peregrinos, David y Carol e Irene y Leticia, aún siguen dormidos. Poco a poco nos vamos levantando todos y encendemos las luces. No tiene sentido estar con las luces apagadas si estamos todos despiertos. Bajamos a la terraza y desayunamos tranquilamente. Alrededor de las 7:30 h comenzamos la ascensión a O Cebreiro. Hace fresco pero no se ve ni una sola nube en el cielo. Mal asunto. Eso significa que va a hacer calor.

Llegamos a O Cebreiro y hace frío. Nos ponemos el forro para dar un paseo. Paso a la iglesia a sellar pero está cerrada. Nos hacemos unas fotos. Cuando voy a sacar las credenciales, no están en la riñonera. ¡Me las he dejado en el albergue¡ ¡Vaya desastre¡. Llamo al albergue para asegurarme que están allí y, efectivamente, están encima de la cama. Me las va a subir un peregrino que está desayunando porque ya no queda nadie de nuestro grupo en el albergue. Tendremos que esperar casi una hora más. Bueno, como no ha mal que por bien no venga, así podré sellar en la iglesia que abrirá a las 9:00 h.

A las 9:30 h aparece por el Camino un nuevo «ángel del Camino», se llama Félix, es de León y esta noche durmió en Vega. Ha parado en A Lagua para desayunar. Nos trae nuestras credenciales que van selladas desde el año 2009 desde casa. ¡Cómo para perderlas¡ ¡Me da algo¡

Sellamos en la iglesia y seguimos nuestra etapa después de más de una hora dando vueltas por el pueblo. Salimos por la parte alta del albergue. Cuando llegamos al cruce donde se unen el camino por el que nosotros venimos y el que sale desde la parte baja del albergue, nos volvemos a encontrar con Félix que ha cogido la otra opción. Caminamos un rato con él y nos dice que tiene intención de quedarse hoy en el Alto del Poio porque le molesta la rodilla.

Subimos por un bonito camino y nos sorprenden las vistas de la sierra y el valle totalmente cubierto de niebla. Parece el mar. Al salir de este camino tomamos una pista a la derecha y enseguida llegamos a Liñares que tiene una albergue. Subimos por una corredoira típica gallega hasta el Alto de San Roque. Cruzamos la carretera para hacernos una foto en el monumento. En la base hay unas mujeres sentadas haciéndose la pedicura. Increíble. No tienen otro sitio donde sentarse a echar un rato. Y no hacen ademán de moverse. Creo que tienen intención de montar en el Alto un salón de belleza o algo parecido. Nada, que no se mueven. ¿Qué le vamos a hacer?. Saldrán en la foto y quedarán secuestradas en la imagen por los tiempos de los tiempo. Me hace mi hermana la foto pero ella no quiere una foto con tanta gente, así que se queda sin la foto. Nos despistamos con la mala leche que llevamos y tiramos carretera para abajo. Cuando llevamos un rato, sale un camino a la izquierda de la carretera y no hay ninguna flecha. Nos hemos equivocado. Retrocedemos, ahora cuesta arriba y con un calor de muerte hasta llegar de nuevo al monumento. Cogemos el camino por el que veníamos.

Seguimos por este camino, ya lleno de peregrinos, hasta Hospital de la Condesa. Cruzamos este bonito pueblo de piedra y a la salida cogemos la carretera que va a Sabugos. A casi 1 km sale una pista a la izquierda  que nos llevará a Padornelo. Nada más acabar el pueblo ya se ven las duras «zetas» que nos subirán al Alto del Poio. Han arreglado las rampas. Ya no son tan duras como la última vez que estuve por aquí. Son muy duras pero la verdad es que son cortas. Se ve el final y eso anima. Hay una furgoneta con frutas y cosillas. Compro un par de peras. El «inglesito» está comprando también algo y, después de pagar, se queda un poco perplejo viendo las vueltas que le han dado. Meto cabeza y tiro para arriba. Una nueva familia de peregrinos, esta vez es una mami con un niño y una niña de unos 8-10 años. Y como Santi y Raquel, cada uno va con su pequeña mochila a la espalda. Ya me he cruzado con ellos en algún otro momento. Al llegar arriba, las sombrillas, el bar y el albergue. En una de las sombrillas están Irene y Leticia que ya han pedido unos refrescos. Yo espero un poco a que llegue mi hermana para tomarnos unas cervezas fresquitas. Nos quedamos aquí casi media hora descansando. Ya lo que queda es suave. Van llegando peregrinos tan acalorados como nosotras. Y algún ciclista que ha subido por las rampas en vez de por la carretera. Les aplaudimos fuerte. Estas rampas son más duras en bici que a pie. Y lo digo desde la voz de la experiencia.

Salimos del Alto por el lado derecho de la carretera. Leticia e Irene se quedan un momento arreglándose los apósitos de los pies. Nosotras seguimos despacio, cantando como locas, «a grito pelao».Hace un aire muy agradable que baja algo la temperatura. Llegamos a Fonfría y comienza el descenso a O Biduedo. En un área de descanso están la madre y los dos niños vascos descansando un ratito. Animo a los pequeños llamándoles campeones, que es lo que son.  Hay una casa rural y una capillita que recuerdo perfectamente. Rezo frente a ella y sigo caminando. Las vistas son increíbles.

Seguimos caminando hasta Fillobal que también tiene albergue y alojamiento. Llegamos a As Pasantes y Ramil. Entramos, entre gigantescos castaños, en Triacastela. Final de nuestra etapa de hoy. Nos hacemos unas fotos en un castaño que hay a la entrada, a la derecha de la carretera. Seguimos entrando en este largo pueblo lleno de albergues y alojamientos. Lo primero que vemos a la izquierda es el albergue público, pegado al río, con su enorme prao. Seguimos por la calle principal y, casi al final, está nuestro destino, Complexo Xacobeo. Nos cobran 9 euros por persona. Nos mandan a una habitación en la que están Bego y Yadira, el «inglesito» y un nuevo peregrino al que llamaremos «el monje» que reza el rosario en el tendedero y anda bastante fastidiado pero llega igual que los demás al final de las etapas. Lo ví por primera vez en O Cebreiro cuando estaba esperando a que nos subieran las credenciales.

El albergue está muy bien. Por dentro es todo de piedra. No sé las habitaciones que tiene. Hay una planta baja y otra alta. Tiene baños, cocina y comedor bien equipados. Todo muy limpio. Lavadero con lavadora y secadora, tendedero y una pequeña terraza detrás que parece escondida.

Nos arreglamos y salimos a comprar algo para cenar y unas estrellitas frescas para tomárnoslas tranquilamente en el albergue. Nos cruzamos con David y Carol que están en la planta de arriba.  Como a las 6:30 h llegan también Leticia e Irene que también se quedan aquí. Nos adueñamos de la terraza de atrás en la que hay unas cuantas tumbonas, sacamos las cervezas que cada uno ha pillado, unas patatas fritas y echamos un gran rato entre risas y fotos. Y cerveza, mucha cerveza. David ha dejado la nevera del super vacía de Estrella y los que hemos ido después hemos tenido que pillar un surtido de toda la cerveza que había fría. Una pareja también del norte nos acompaña. Él está con un tobillo jorobado y se vuelven a casa mañana por la mañana. Y otra pareja super simpática de andaluces, «Los Juanmas». ¡Qué gran rato hemos pasado¡.

Yo me voy un rato porque quiero escuchar misa y en la iglesia me vuelvo a encontrar con Charo y familia.

Mañana hemos conseguido todos reservar en Casa Barbadelo, en Vilei.

Charo intentó reservar hace unos meses en este mismo albergue pero no pudo. Le comento que nosotros acabamos de reservar varias plazas y que lo intente. ¡Lo consigue¡ Biennnnnn. Me alegro un montón,  sobre todo por los niños. Para los peques, un albergue como éste, con piscina, es algo diferente y seguro que les va a encantar. Quedamos mañana todos en Vilei.

 

Nos preparamos algo para cenar. Un poco de pasta con tomate y salchichas. Y más cerveza. ¡Qué rica la cerveza¡ Nos sobran dos latas que mi hermana se ha empeñado en llevar mañana encima por si hay nevera en Vilei.

Nos acostamos y yo me quedo dormida enseguida. No sé si la gente ron ca o no. La verdad es que el dormitorio tiene muchas más chicas que chicos con lo que los ronquidos serán menos.

Un día más, un día menos.

 

Al día siguiente

FOTOGRAFÍAS DE LA ETAPA: