12ª etapa. Villafranca del Bierzo-Triacastela. Bitácora.

20 de agosto de 2.006  Villafranca del Bierzo-Triacastela

Por fin el sol. Hoy no vamos a poner las fundas a las alforjas. Queremos llegar a O Cebreiro a la hora de comer porque hemos quedado con mi hermano Joaquín, mi cuñada Merce y Samuel, nuestro sobrino. Desayunamos en la habitación y salimos a eso de las 9:00 horas, nos preparamos, como cada mañana un vaso de leche con café, calentado en un pequeño camping-gas, y unos bollitos comprados el día anterior. Os aseguro que ha sido una buena idea, de esas que se repiten.

Nosotros lo que es madrugar, madrugar, pues como que no, ya madrugamos bastante cuando estamos currando.

Entramos en Pereje u cruzamos este pequeño pueblo, Luego Trabadelo con sus enormes castaños que apenas se abarcan entre dos personas. Cogemos unos chicles y un bote de aceite para las bicicletas en la gasolinera de A Portela y seguimos hacia Ambasmestas y Vega de Valcárce, donde compramos pan y embutido para unos bocatas.

Nos encontramos a nuestros amigos que están sentados en una terracita con unas cervecitas, viendo las carreras de motos. Ha empezado el 250 cc. y quieren ver a Lorenzo subirse al podio. En el descanso subirán por la carretera para ver GP en Piedrafita. Quedamos esta noche para dormir en el albergue de Triacastela. Allí no hay problemas de sitio. Nosotros les decimos que queremos llegar a comer a Ocebreiro. Maider y Estíbalith salen poco después que nosotros hacia O Cebreiro, como van más despacio, deciden esperar a sus colegas arriba. Les decimos que nosotros subimos por las trialeras pero que si tienen prisa es mejor subir por el desvío para bicis que viene muy bien marcado sobre la calzada. Nos hacen caso y saliendo casi una hora después que nosotros, prácticamente llegan al tiempo que nosotros aunque no nos vemos en O Cebreiro.

 

Llegando a O Cebreiro
Seguimos por Ruitelán. Las Herrerías ya huele y sabemos que ahí es donde empieza el calvario. Apretamos los dientes cuando cruzamos el río, nos miramos, y ya no hace falta decir nada, sabemos lo que nos espera. Antes de empezar esta jornada habíamos decidido subir por donde lo hacen los peregrinos a pie. Seguimos subiendo sin el más mínimo respiro. Nos encontramos  con una pareja que baja andando en dirección contraria a la nuestra, nos dicen que nos hemos equivocado, con las bicis es imposible subir por aquí. Imposible, imposible, no es pero sí que es una locura de las que no creo que volvamos a cometer., ¿o sí?.

Seguimos subiendo y cuando pasamos Laguna de Castilla, ¡nos encontramos con dos ciclistas!, los cuatro estamos igual de sorprendidos porque pensábamos que no había más locos por aquí, ellos se habían confundido, tienen más perdón.

Por fin se ve O Cebreiro a lo lejos. Entramos en la provincia de Lugo y sólo quedan 152,5 km. para llegar a Santiago. Comienza la cuenta atrás. Llegamos a O Cebreiro a eso de las 14:30, extenuados pero felices por haberlo conseguido. Arriba, en la iglesia nos encontramos a los Belgas que acaban de llegar y pasan a orar un ratito. Enseguida vemos a nuestra familia, pasamos a la iglesia, nos ponemos los sellos y nos vamos a comer una buena ración de pulpo y unos dobles de cerveza fresquitos. ¡Nos lo hemos merecido!

La iglesia de O Cebreiro, de Santa María la Real, es del siglo IX, de origen prerománico y de las más antiguas de Galicia; es pequeña y tosca, construida con lajas de pizarra con una ruda torre techada de lo mismo. Fue reconstruida en el siglo XI. Es una iglesia de tres naves, con bóvedas de cañón y ábside rectangular.

A finales del siglo XIII tuvo lugar un milagro en el santuario: durante una misa, para castigar la duda del celebrante sobre la autenticidad de la consagración, se le convirtió la Sagrada Forma en carne y el Vino en sangre, en aquel mismo momento, se inclinó en adoración la imagen de la Virgen de los Remedios, que había en el altar.

Aún se conservan entorno al santuario algunos rarísimos ejemplos de pallozas, cabañas protohistóricas, seguramente celtas, de planta elíptica, hechas de pizarra y cubiertas con techos cónicos de paja en las que vivían juntos hombres y animales.

Nos despedimos de nuestros hermanos y de Samuel, que nos ayuda a colocar las bicis y nos dice adiós con todas sus fuerzas. Sabemos que ya nos queda poco y una vez que superemos el Alto de San Roque y el Alto do Poio ya todo será bajada.

Con Mercedes, Joaquín y Samuel antes de seguir nuestro camino.
Salimos de O Cebreiro y pasamos por Liñares hasta llegar al alto de San Roque. Nos hacemos una fotito y vemos a la pareja de Oyarzun, ella está agotada, no saben si podrán llegar a Triacastela. Les comentamos que hemos quedado en el albergue con los de Rentería, pero están muy cansados. Les ofrecemos agua y glucosa, se quedan un rato a descansar con intención de parar en el primer sitio que encuentren. Nosotros seguimos, ahora estamos fresquitos y no nos cuesta mucho pedalear.

Subimos una empinadísima cuesta y llegamos al Alto do Poio. Ahora sí que pesan las alforjas  en las bicis. Tiramos como podemos, apretando los dientes y llegamos arriba. ¡Lo hemos conseguido!.

Seguimos por una corredoira un poco ingrata hasta As Pasantes, un poquito de empedrado y ya estamos en Triacastela.

«Prao» del albergue de Triacastela y nuestra tiendecita
Llamamos a Fifo porque hace dos o tres días que no sabemos nada de él. Le decimos que estamos en Triacastela y se viene a dormir con nosotros al prao del albergue. Montamos las tiendas y vamos en busca de nuestros amigos.

¡Sorpresa!. Cuando lo veo no me lo puedo creer. En la puerta del albergue nos encontramos a Anasta, el primer peregrino con el que hablamos cuando hicimos el Camino desde León hace dos años. En un principio el no nos reconoció, sobretodo a Rosa que antes llevaba el pelo cortísimo y ahora le llega por la cintura. Nos recordó aquella memorable frase que estaréis hartos de oír y que nosotros se la oímos a él por primera vez: «EL CAMINO ENGANCHA, DA MONO, EL QUE LO HACE UNA VEZ REPITE» y por eso estamos nosotros aquí. Él lo hace todos los años, aprovecha sus 15 días de vacaciones estivales para hacer el Camino y conocer gente. Un buen tipo. Ahora iba con un chico y una chica que se había encontrado. Ella estaba un poco chunga, con gastroenteritis y entre los dos intentaban tirar de ella, pero no sabían qué iban a hacer mañana. Esto es un poco así, tampoco lo puedes llevar todo controlado porque cuando le viene bien, toma derroteros que no imaginabas.

Nosotros encontramos a Maider, Estibaliz, Asier, Alberto y Oscar ya duchados y tirados en el césped tomando los últimos rayos de sol del día. Se está fenomenal. Pasamos a las duchas que están un poco sucias después de haber pasado ni se sabe los peregrinos, pero cerramos los ojos y las narices y nos refrescamos. Lavamos la ropa y la colgamos en los tendederos. Nos sentamos con ellos a charlar un ratito muy guapo. Ellos no tienen sitio para dormir en el albergue y no tienen tienda, así que todos, menos Óscar, van a dormir a la intemperie dentro de los sacos. No hace frío. Óscar se sube al polideportivo porque muy mosqueado ha conseguido hablar con el alcalde para que se decida a abrir el polideportivo esta noche en la que hay un montón de peregrinos sin sitio en el albergue. Al lado de nuestras tiendas se colocan unos boys scouts italianos que no paran de cantar, me temo que nos van a dar la noche.

Nos vamos a tomar unas cañas y a cenar. En el restaurante nos sentamos al lado de unos pibes que dicen que hacen el Camino en bici pero con una furgoneta de apoyo que cada día conduce uno de ellos. Nos miramos y nos reímos. Cada uno hace el camino como puede y quiere. Nosotros somos medio masocas y nos gusta sufrir un poco para llegar a Santiago «purificados». Son casi las 12:30 cuando llegamos a acostarnos. Una barbaridad que, seguro,  pagaremos mañana.

KILÓMETROS RECORRIDOS: 49 kms.

Al día siguiente…