26 de Agosto de 2.007: Lugo-Ponte Ferreira.30 km.
Salimos de la pensión a las 9:30. Un poco tarde. Nada más salir de Lugo ha empezado a hacer mucho calor por lo que enseguida nos hemos quedado en camiseta, hemos aligerado el paso para que no nos ocurra lo de ayer, creo que tenemos la lección bien aprendida: es una locura parar a comer cuando aún nos queden más de 10 km. para llegar.
El buen tiempo ha durado muy poco y al llegar a San Vicente do Burgo ha comenzado a llover un montón y nos hemos tenido que poner las capas durante casi dos horas. La verdad es que no hacía frío y no ha sido desagradable.
Rosa en San Vicente do Burgo
Tenemos muy claro que no vamos a parar a comer hasta llegar a San Romao de Retorta. Allí hemos llegado a las 14:15. Jaime López, el dueño del mesón nos ha hecho un esquema del Camino hasta llegar a Melide, igual que hizo con Rosa y su hermana cuando realizaron este Camino en Semana Santa. Hemos visto en el Cementerio la tumba de su hija María, su única hija, que murió atropellada por unos bárbaros que hacían carreras de coches en Lugo alrededor de la muralla. Nos duele en el corazón la imagen. Al entrar en el mesón la mujer de Jaime nos vuelve a recordar su tragedia que les ha cortado las ilusiones. Hace años que querían construir un albergue de peregrinos pero la pérdida de su hija les quitó las ganas de luchar y sólo sobreviven.
San Romao es un pueblo que rebosa de la magia del Primitivo, por esta zona pasaba la vía romana XIX que va desde Lucus Augusta (Lugo) hasta Iria Flavia. Incluso en este lugar apareció un millario romano. Aunque el original está en un museo hay una réplica exacta del mismo.
San Romao tiene una ermita románica con cementerio adosado donde, como ya he dicho anteriormente, se encuentra enterrada la hija de Jaime.
Ray junto a la réplica de un miliario que hay a la salida de San Román
Están terminando de construir un albergue a la salida de San Romao, lo tienen previsto inaugurar el próximo mes. También van a abrir otro en Aseixas, a unos 20 kms de San Romao.
Hemos estado comiendo en el césped que hay detrás del mesón con un buen grupo de peregrinos que también van a terminar la jornada en Casa da Ponte. Salen antes que nosotros pero no tenemos prisa porque ya está reservada la habitación y queremos disfrutar del camino que nos queda.
Cuando llegamos a Casa da Ponte están todos los peregrinos que vimos antes aunque no se pueden quedar todos porque no hay habitaciones suficientes. Los van a venir a recoger en coche para pasar la noche en otra pensión y mañana los volverán a traer aquí.
Nos duchamos, nos damos un paseo, hacemos unas fotos y cenamos prontito: una tortilla de patatas especial, ensalada y empanada. Riquísimo y, como en Semana Santa, un 10 el sitio. Sólo que a los peregrinos nos resulta un poco caro. Manuel, el dueño de esta casa rural, nos ha hecho un buen precio por eso de repetir en tan poco tiempo. Al final nos ha salido más barato que en Semana Santa.
Al día siguiente…