7ª etapa. Burgos-Frómista. Bitácora.

15 de agosto. Burgos-Frómista

Hoy es el cumpleaños de Aurora. La echamos mucho de menos. La hemos llamodo por teléfono y nos hemos tenido que tragar las lágrimas. Aquí todos los sentimientos afloran de una manera incontrolable.
Salimos de Burgos para adentrarnos en Castilla, camino de la Tierra de Campos. Llanuras sin árboles, cerros inhóspitos, grandes espacios de tierra cereal, sólo los altos chopos gentiles apuntan bajo el cielo azul el reguero de las sendas viejas y el cauce joven de los pequeños ríos castellanos.

La etapa es prácticamente llana (por fin plato grande), castellana, con pueblos muy bonitos y completamente integrados en su paisaje, como Rabé, Tardajos, Hornillos, Catrojeriz, Boadilla del Camino y Frómista. No comprendemos como hay guías del Camino que recomienden saltarse estas etapas entre Burgos y León. Son etapas que hasta en verano se hacen solitarias, desiertos de cereales, pero de una silenciosa belleza sobrecojedora; pueblos como Hontanas, escondido en un agujero y difuminado completamente entre el cereal segado, o Castrojeriz que es un pueblo estrecho y alargado (3 km de largo), alrededor de una montaña, incluso su Plaza Mayor es alargada. En este pueblo volvimos a coincidir con nuestros compañeros de viaje belgas en el descanso que hicimos para comer en la puerta de su iglesia de Santa María del Manzano que está en el comienzo del pueblo. Es un paisaje impresionante que ayuda a la reflexión y a la introspección.

Poco antes de Castrojeriz se encuentran las ruinas del Convento y Hospital de San Antón, que pronto se convirtió en casa madre de la orden antoniana en España, los restos actuales son del siglo XIV y XV. A la Orden se le atribuyen conocimientos esotéricos heredados del Temple, y tenían fama de curanderos milagrosos.

Después, la subida al Alto de Mostelares,  una arruguita en medio de la inmensa Castilla, pero…. joer, durísimo, hay que bajarse, es como un km pero durísimo, además nos acompañaba un calor de espanto. Llegamos arriba agotados, buscando una sombra para reponer fuerzas, pero arriba, ni un árbol; menos mal que el sol ya empezaba a caer y nos pudimos refugiar en la escasa sombra que proyectaba el humilladero. Las vistas de Castrojeriz y de la llanura castellana desde allí son de las más impresionantes del Camino a su paso por Castilla.

Castrojeriz. Iglesia de Santo Domingo (siglo XVI). O  MORS  O  AETERNITAS

Después del Alto, una bajada primero pronunciadísima, y luego poco a poco cada vez menos, llegamos hasta la fuente del Piojo casi sin dar pedales, allí nos detuvimos a charlar un poco con unas lugareñas, y a echar unos cuantos tragos en la famosa fuente e inmediatamente llegamos a la capilla gótica de San Nicolás (restos de un Hospital del siglo XIII). En verano, hospitaleros italianos de la Orden de Malta mantiene abierto aquí un albergue que acoge a los peregrinos del presente según los usos del  medievo, perpetuando así una tradición nunca interrumpida desde el descubrimiento del sepulcro de Santiago. Inmediatamente se llega al  hermoso puente de once ojos denominado Puente Fitero (Pons Fiterie en el Codex Calixtinus), por el que se cruza el Pisuerga , y antaño, frontera entre los Reinos de  Castilla  y de León, y hoy límite entre las provincias de Burgos y Palencia. Al llegar a Itero de la Vega, ya en Tierra de Campos, el temor que teniamos desde hacia unos kilómetros se produce, empieza a llover a mares, por lo que tenemos que parar en un bar a tomar un café bien caliente, y…a  esperar que escampe.

Seguimos hasta Boadilla del Camino allí se encuentra el soberbio rollo jurisdiccional del siglo XV, donde nuestros amigos los belgas nos hacen una foto. Nos vamos adentrando poco a poco en la sedienta Tierra de Campos, solo florecida brevemente junto a la ribera de los ríos o del Canal de Castilla, en estrechas franjas de verdor tímido y como avergonzado de sí mismo, el resto es la enorme vastedad seca de tierra, sobre la que los pueblos unen a la soberbia piedra sillar de los antiguos templos el humilde adobe pajizo de las pobres casas, que se descompone y decolora el sol.

Cuatro kilómetros antes de llegar a Frómista el Camino trascurre paralelo al Canal de Castilla hasta llegar a este pueblo de color siena pálido.

El Canal es una construcción del siglo XVIII, con un sistema de  4 esclusas que salvan un desnivel de 14 metros en las proximidades de Frómista y por las que habrá que cruzar. El objeto del Canal, fue crear una vía navegable que permitiese dar salida al trigo castellano por Santander, por él llegaron a navegar hasta 400 barcazas. Obsoleto tras la llegada del ferrocarril, en 1959 se interrumpe la navegación y se usa para el regadío

Aproximadamente después de seguir durante unos 5 kms el Canal de Castilla, y con el cielo amenazando tormenta, por fin llegamos a Frómista, nuestro lugar de descanso para este día. Dormimos en la pensión Marisa (trato muy agradable y buen desayuno), que se encuentra en la misma Plaza de San Martín. Frómista tuvo dos hospitales, de los que aún queda alguna huella; y, sobre todo, un monasterio del siglo XI del que resta, cuidadosamente restaurada en 1896, la maravilla románica de la Iglesia de San Martín. Llegamos con el tiempo junto de visitarla ya que la cerraban a las 19.00 horas. No podéis dejar de visitar esta impresionante joya del románico, construida en 1066, formó parte del  monasterio benito del siglo XI.

Es de un románico puro y tranquilo, sobrio, redondo, exento, y completo como una maqueta de otra edad; modelo de organización románica, puesta hoy mismo sobre el tablero de la llanura interminable.

También se pueden encontrar en Frómista restos de la vieja judería y de una sinagoga, hoy convertida en capilla de una cofradía local. También es interesante el retablo gótico de la Iglesia de Nuestra Señora del Castillo. Resulta curioso que Frómista, tan metida tierra adentro, es la patria de San Telmo, el patrono de los navegantes perpetuado en un feo monumento de la villa.

KILOMETROS RECORRIDOS: 67 kms.
DESNIVEL ACUMULADO: 220 m.

Al día siguiente…