18 de Agostode 2.004 . Rabanal-Ponferrada. 39 kms.
Hoy es el cumpleaños de mi madre. ¡Felicidades mamá!
A las 9:00 de la mañana llega Joaquín a la Posada. Tesín Lo ha traído su suegro. Lleva unas playeras muy viejas pero es lo único que había encontrado. Está lloviendo y su suegro se empeña en que lleve un paraguas. ¡Un peregrino con paraguas!. JAJAJAJA. Nos reímos un rato. Menos mal que llevo un chubasquero no demasiado bueno, espero que para de llover el tiempo suficiente como para que se vaya secando.
Empezamos a andar lloviendo a mares; los primeros seis kms de subida y lluvia sin parar hasta que llegamos a Foncebadón. Nos acordamos de un mito: «los perros de Foncebadón». Pero los perros están muy tranquilos durmiendo en el suelo. Nos resulta un pueblo con mucho encanto y prácticamente abandonado. El primer pueblo del Bierzo.
Poco antes de entrar en Foncebadón, Joaquín quiere recoger una rama de un árbol que ha visto a las afueras. Colecciona cubos de madera que hace él mismo con las ramas que va recogiendo de cualquier sitio. ¡Es un genio! Nos reímos sin parar cuando le vemos con un serrucho y la rama que le sale de la mochila.
Sellamos en el albergue nuestra credencial. Hace frío y en el albergue están preparando un guiso que huele fenomenal. Parece mentira que en pleno mes de agosto se agradezca el calorcito de una cocina.
Seguimos nuestro Camino y nos encontramos con uno de los lugares más enigmáticos del Camino: La Cruz de Ferro, la cota más alta de todo el Camino francés (1.482 m), con una montaña a sus pies de piedras y recuerdos que, a través de los años, los peregrinos han ido depositando, Muchas de esas piedras con inscripciones muy bonitas. Dejamos cada uno de nosotros una piedra pero pensamos que los recuerdos ensucian un poco la Cruz así que sólo dejamos las piedras. Echamos las fotos de rigor.
Continuamos hasta Manjarín, otro pueblo en el alto, también abandonado a excepción de los hospitaleros del albergue, Tomás y sus hijos, nuevos templarios, con la bandera astur en la puerta. La razón nos la dan ellos: es la primera bandera de la Península y la Cruz de Don Pelayo tiene para ellos un significado exotérico.
Nos encontramos con Ariadna, una peque de 3 años, la nieta deTomás. Sale de la «casa» llena de churretes de chocolate pero más contenta que unas castañuelas. Le enseñamos las fotos de nuestras hijas y se queda impresionada cuando ve a Sara, tan mayor para ella.
Sin duda alguna, el albergue con más carisma de todos los que hemos visto hasta ahora. Desorden, mucho desorden y mucho misterio, todo a partes iguales. Es el único albergue abierto en invierno a esta altura (1500 m) máxima altura del Camino Francés (para los que no hayan cruzado desde Francia por Somport).
Bosque quemado, paisaje lunar. Castaños centenarios que desaparecen bajo unas llamas asesinas alimentadas por unas manos asesinas. Sensaciones contrapuestas, olores que se mezclan: humo, naturaleza, ¿viva?, ¿muerta?, no se sabe.
Seguimos una pronunciada bajada. Continuamos por la carretera salvo un par de desvíos para peatones antes de entrar en la bonita localidad de El Acebo. En la calle Real, a la derecha, hay un banco muy apropiado para comernos el bocata. Joaquín trae un bocata que le ha preparado Merce, su mujer, que no le cabe entre las dos manos. Compartimos la comida entre los tres, sacamos unas cocacolas, algo de fruta,… y con las fuerzas restablecidas continuamos bajando por esta bonita calle.
A la salida, en el cementerio, hay una placa que recuerda a un peregrino alemán muerto en accidente de bici cuando descendía desde Manjarín.
Dejamos la carretera para entrar a Riego de Ambrós por camino.
Seguimos bajando y bajando hasta Molinaseca cuyo puente románico sobre el río Meruelo exige una o mil fotos. ¡Qué paraíso! Por fin hemos empezado a disfrutar de los rayos de sol y hay peregrinos bañándose en el río. La jornada está siendo larguísima. Aún nos quedan unos ocho kms. para llegar a Ponferrada.
Cuando ya aparece Ponferrada en el horizonte nos miramos los tres. por fin terminaremos hoy de andar. Pero no, nos espera una larga circunvalación por diferentes aldeas hasta que conseguimos entrar en Ponferrada por un puente, continuamos hasta el albergue donde sellamos nuestra credencial. Está hasta arriba. Son casi las 7 de la tarde y estamos muy cansados. Joaquín ha quedado con Mercedes y nosotros nos vamos al hotel a darnos una ducha. Quedamos a las 9 para cenar con ellos.
¡Qué sorpresa! Cuando llegamos a la Plaza del Ayuntamiento vemos que han traído a Samuel, nuestro sobrino. Está sentado plácidamente en su sillita. Muy tranquilo a la vez que sorprendido al vernos. Mercedes nos enseña Ponferrada, ciudad en la que ella nació. Nos impresiona el Castillo Templario y la inquietante historia que se esconderá bajo sus piedras. Cenamos en una especie de cueva, que no sabría muy bien encontrar, como por detrás del Ayuntamiento. Nos despedimos y nos vamos al hotel a descansar porque ha sido un día muy duro.
Al día siguiente…